domingo, 5 de junio de 2011

Los ‘Seals’ españoles --- La Gaceta --- 5-6-2011


Última hora de la tarde en Abbottabad (Pakistán), un imperturbable pueblo de jubilados. Parece un domingo cualquiera, pero no lo es. Un grupo de 24 hombres está a punto de escribir un capítulo de la Historia. Han estado preparándose durante meses para llevar a cabo su misión. En sólo 40 minutos liquidan al enemigo número uno de la última década. La operación sale redonda.

A miles de kilómetros, en Alicante, otro grupo de hombres sabe que no es casualidad. “Sólo lo que no se ensaya sale mal”, sentencian. Es la satisfacción de saber que la misión ha sido cumplida por uno de los tuyos.

¿Podrían haberlo hecho ellos? “Sí, si no, no estaríamos aquí”, no vacila ni un segundo en responder el comandante de un GOE (Grupo de Operaciones Especiales). Ninguna otra respuesta es posible. Son perfectamente capaces del reto. Son los miembros del Mando de Operaciones Especiales del Ejército español, los que, junto a la Fuerza de Guerra Naval Especial de la Armada y el Escuadrón de Zapadores Paracaidistas (Zapac) del Ejército del Aire, podrían haber realizado la misión del Team Six de los Navy Seals de Estados Unidos para matar al líder de Al Qaeda Osama Bin Laden. La élite de la élite.

El número de efectivos que integra sus filas no es público y sus méritos pasan inadvertidos para la sociedad. Con sus caras cubiertas, son los primeros en asegurar el terreno en una misión y sólo salen cuando el resto de los soldados está completamente a salvo. Se mueven por el terreno árido con la misma destreza que bucean en el mar. Están igual de aclimatados a las heladas temperaturas de la alta montaña que a los más de 50 grados que se alcanzan en las montañas de Badghis, la provincia donde trabajan los militares españoles en Afganistán. Se lanzan en paracaídas y están preparados para el combate en zonas urbanas.

Sea cual sea el entorno, están equipados para llevar a cabo la misión más arriesgada en el tiempo más corto posible y con el menor número de bajas. Son las conocidas operaciones quirúrgicas. Estos son los hombres que reconquistaron el islote de Perejil o los que estaban listos para rescatar a los secuestrados en el Alakrana... y muchas otras intervenciones que jamás se conocerán.

La buena forma física no es un pasaporte para formar parte de esta unidad de élite. Los aspirantes tienen que tener al menos dos años de experiencia en alguna unidad del Ejército así como superar un exhaustivo curso básico de operaciones especiales. Hay 10 aspirantes por plaza y en los seis meses que dura la formación desisten la mitad de los candidatos. Los miembros de los grupos operativos, es decir, los que se preparan para participar en acción directa, las operaciones más arriesgadas, tienen una media de edad de entre 24 y 25 años. El tiempo de permanencia en estos equipos suele ser de cuatro a cinco años.

“Los rambos, mejor en las películas. Busco a hombres maduros y con una estabilidad emocional”, explica el comandante. La fortaleza física, la rapidez de actuación, la resistencia en condiciones adversas son valores imprescindibles, pero secundarios en esta unidad de élite. “Son muchas horas juntos, aislados, manejando material muy caro y preciso, no me puedo arriesgar a que alguien me falle porque tenga un problema personal”, admite el oficial.

Las misiones internacionales en las que participa España (fundamentalmente Afganistán y Líbano, que son los dos teatros de operaciones donde participan efectivos del Ejército de Tierra) son el mejor caladero de futuros guerrilleros, el nombre que reciben los efectivos de Operaciones Especiales entre los militares. Como si se tratara de ojeadores que van a los partidos de fútbol para descubrir a promesas y ficharlos para sus equipos, los suboficiales hacen de cazatalentos. “Sobre el terreno, trabajando con otras unidades del Ejército, vemos a personas que reúnen los requisitos y nos acercamos a ellos. Y viceversa, ellos ven cómo funcionamos y se acercan a nosotros”. La mayoría procede de otras unidades de Fuerza Terrestre, muchos de la Legión, la Brigada Paracaidista o la Brigada de Montaña.

Los guerrilleros tienen su base en Rabasa, en las afueras de Alicante. El Acuartelamiento Alférez Rojas Navarrete, que actualmente se está preparando para liderar todas las operaciones especiales de la OTAN en 2012, está permanentemente on call, es decir, de guardia. Están listos y a la espera de esa llamada de teléfono con la orden de intervención.

Ya sea en el rescate de civiles que están rodeados por elementos hostiles, como fue la liberación de unos turistas españoles en Herat hace unos años, la intervención para asistir a una mujer que se había puesto de parto en territorio enemigo, que ocurrió durante la guerra de Bosnia, o la de, por ejemplo, un trabajador de una empresa española en algún país conflictivo. Nada les pilla desprevenidos porque lo han practicado una y otra vez.

Ensayo, ensayo, ensayo. Esa parece ser la palabra clave en la idiosincrasia de esta unidad. Ensayo fue, precisamente, el secreto del éxito de los dos equipos del Team Six de los Navy Seals. Los militares estadounidenses habían practicado durante meses la operación Gerónimo en un recinto en Afganistán que era la réplica de la casa de Bin Laden en Abbottabad. Esa es la misma filosofía que impera en la formación de los efectivos de operaciones especiales españoles, inspirados en el funcionamiento de los grupos de las mismas características en Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Holanda.

El hecho de que la sede esté en Alicante no es baladí: está rodeada de mar para los ejercicios acuáticos, a un par de horas de Cartagena, sede de la base de submarinos Isaac Peral; además, la provincia está rodeada por la Sierra del Cid, que proporciona el mismo terreno árido que se encontrarán en Qala-i-Now y Herat, las zonas donde operan en Afganistán. Finalmente, Sierra Nevada está a sólo tres horas de camino; ahí tienen un refugio donde practican esquí y otros ejercicios en temperaturas gélidas. “El ensayo es vital. Tienen que saber hacerlo con los ojos cerrados”, insiste otro oficial.

Cuando visualizan al enemigo ya no piensan en un Ejército regular, sino en la insurgencia, esa mezcolanza que incluye a terroristas, delincuentes organizados, narcotraficantes y que opera en casi cualquier parte del planeta. Con ellos en mente se preparan; los boinas verdes están también listos para hacer frente a las nuevas amenazas, fundamentalmente la desactivación de IED, las bombas de fabricación casera que pueblan las carreteras de Afganistán o las armas nucleares, biológicas y químicas (NBQ).

La confidencialidad y el secretismo en torno a las operaciones es otro de los pilares de esta unidad. La disciplina de la reserva se inculca desde los más rutinarios ensayos. “Antes de salir a cualquier entrenamiento, les pido que dejen sus móviles y no les expliquen ni a sus novias o esposas las características del ejercicio. Si no lo hacen aquí, tampoco lo harán cuando llegue el momento de intervenir”, explica el comandante.

En las misiones internacionales, y aunque es difícil profundizar el nivel de relación, tienen mucha relación con los agentes del CNI. “Especialmente desde el ataque en Irak”, en referencia al asalto en el que perdieron la vida siete agentes de la inteligencia española en una emboscada en la que fueron atacados con lanzagranadas RPG. A pesar del énfasis en la discreción, su lealtad no está sellada con cuantiosas nóminas o la firma de contratos de confidencialidad. “Las normas y las leyes están lo suficientemente bien hechas como para que cualquier indiscreción pueda ser sancionada”, explica un miembro de este cuerpo de élite.

Las higiénicas reglas de enfrentamiento de las misiones de la ONU -Líbano- o la OTAN -Afganistán- en las que participa España unidas al talante diplomático del Ejecutivo colisionan con las señas de identidad de estos guerrilleros. En las condiciones políticas actuales, las posibilidades de llevar a cabo su propia operación Gerónimo son remotas. Como bien demostró el plan preparado para liberar al Alakrana, en España, recurrir a la intervención militar para solucionar un conflicto es siempre la última opción para los políticos. Los expertos en operaciones especiales tienen cierta envidia de las intervenciones que protagonizan los Seals. Pero la justa. Ellos saben perfectamente que serían capaces de hacer lo mismo.

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